Para este dicho popular tenemos dos explicaciones (la más extendida), nos lleva a un antiguo juego llamado “tejo”, que consistía en el lanzamiento de trozos de teja, con el objeto de derribar un palo que se fijaba en el suelo previamente. Este juego se organizaba en las plazas donde los viandantes tenían la oportunidad de presenciarlo. Los hombres jóvenes, aprovechando la asistencia de chicas entre los espectadores, tiraban los tejos cerca de ellas para aproximarse y flirtear con ellas.
Otra de las teorías nos lleva a una tradición de los antiguos celtas, los cuales empleaban ramas de tejos (en este caso de los árboles llamados así) como elemento decorativo en las festividades. Parece ser que cuando los pretendientes tenían interés por alguna chica, colgaban dichas ramas en las puertas de sus casas. (fuente: http://eduardojmedrano.blogspot.com.es/).
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